Una de las grandes propiedades de las redes sociales es la capacidad de poder generar comunidades afines a una marca o un producto. Esta actividad que generalmente se piensa como una manera de captar clientes y, en definitiva, generar ingresos económicos, es una gran fuente de recursos para la empresa, siempre que se gestione de manera profesional.
Las comunidades de seguidores de una marca en particular, son un capital muchas veces infravalorado. Contados como números de Likes, o de Clicks, o de algún otro ratio de popularidad estas personas en realidad son grandes contribuidores al valor de nuestra marca.
Principalmente porque con sus opiniones permiten tener un conocimiento de la percepción que tiene el mercado, o un segmento de él, sobre un aspecto en particular de nuestra marca. Son así un termómetro de lo que ocurre o se percibe, pero con la gran ventaja de estar insertos en un ambiente bastante controlado: nuestras comunidades digitales.
Ese ambiente permite capturar y potenciar los comentarios positivos. Asimismo, para detectar aquellos que no lo son y encontrar detrás posibles fallos de nuestra marca, del sistema de comercialización, errores de comunicación, etc.
Es imprescindible que haya una gestión de estas comunidades. Esta gestión se debe de hacer por expertos que capten todas estas emociones e impresiones sociales casi al momento de ocurrir, sepan desmenuzarlas y trasladarlas a la empresa para que se inste todo lo favorable y acabar velozmente con lo negativo.
Además, la profesionalidad con la cual se realiza esta gestión asegura que las comunidades puedan recibir constante Feedback desde la empresa (tanto en situaciones positivas como en las que no). Y así, las comunidades perciban, desde nuestra marca, que siempre existe disposición a oírles, atenderles y solucionar sus peticiones.